Mientras daba de comer a sus caballos, se dio cuenta de que un pequeño pinzón estaba inmóvil cerca del tanque de agua. Por lo visto se había mojado las patitas y al posarse sobre la barandilla, con las temperaturas bajo cero, se había quedado pegado. El granjero utilizó su propio aliento para calentar sus patas y lograr despegárselas.
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